lunes, 23 de junio de 2008

interludio IX

Todo lo secreto nos atrae, naturalmente. Buscamos saber los secretos de todo del mundo, incluso los propios. Queremos saber qué es lo que hace latir a nuestros más cercanos del mismo modo que queremos conocer la vida secreta de personajes famosos, de artistas y escritores. Quizás porque entra dentro de lo inaccesible o prohibido, nos atraiga tanto conocer los secretos de los demás. Quizás venga con nosotros al nacer. En cierto modo somos un secreto para nuestros padres, aunque nos vean en la ecografía. Ven el negativo de la foto, pero hasta el propio nacimiento somos un misterio, rodeado de fantasías y miedos. Aunque muchas madres lo nieguen, en el fondo sienten miedo porque no conocen el secreto que es ese niño que no han efectivamente visto.
Sí, el secreto. Hay cosas que es mejor que nadie sepa. Hay cosas que jamás contaremos a nadie. Hay cosas que jamas nos contarán. Todos tenemos secretos. El secreto nos persigue y al mismo tiempo nos libera de tener que enfrentarnos a nuestros temores y fantasmas. A veces quisiéramos olvidar nuestros secretos. A veces nos olvidamos de lo que queríamos ocultar. El secreto, un arma de doble filo, que corta en ambas direcciones: al dueño del secreto y al que lo descubre. ¿Cuál es tu secreto? ¿Cuál es el secreto que se esconde en cada poema? ¿Cuál secreto es el alma mater de cada libro, de cada obra, de cada escena? Sí, hay secretos que es mejor no descubrir.

2 comentarios:

laveron dijo...

TOTALMENTE DE ACUERDO!
eso me recuerda a los que "explican" el poema o piden explicación del mismo.

Paula Einöder dijo...

Sí, es cierto. "Explicar" el poema es muy difícil. Algunos lo intentan y me parece que más que aclarar, oscurecen.